En el mundo digital, cada vez que interactuamos con un modelo de Inteligencia Artificial como ChatGPT, estamos usando más que solo electricidad. Lo que muchos desconocen es que hay otro recurso esencial en juego: el agua. Este recurso es invisible para el usuario final, pero absolutamente vital para el funcionamiento de los servidores que permiten a estas IA responder en tiempo real.
Cada consulta que realizamos a modelos como ChatGPT implica procesos computacionales intensos que generan calor. Los centros de datos necesitan enfriarse para funcionar eficientemente y evitar sobrecalentamientos. Aunque existen diversas tecnologías de enfriamiento, muchas de ellas dependen del agua como método más efectivo y eficiente. Un estudio reciente de la Universidad de California en Riverside reveló una cifra impactante: cada 100 palabras generadas por un modelo de IA consumen en promedio 519 mililitros de agua.
Esto significa que una respuesta típica de 300 palabras requiere aproximadamente 1,5 litros de agua para enfriar los servidores que procesan nuestra solicitud. Multipliquemos esto por millones de usuarios diarios y el consumo total de agua se vuelve alarmante. Se estima que solo una fracción de las consultas diarias a estos modelos puede traducirse en millones de litros de agua utilizados.
Este gasto hídrico es aún más preocupante en contextos de crisis climática y regiones donde el agua es un recurso escaso. A medida que crece la adopción de la inteligencia artificial, también lo hace su huella hídrica y energética. Las grandes empresas tecnológicas son conscientes de este desafío y están trabajando en sistemas de enfriamiento más sostenibles, utilizando desde agua reciclada hasta tecnologías de enfriamiento por aire o inmersión líquida con menor impacto ambiental.
Sin embargo, esto plantea una pregunta ética para los usuarios y desarrolladores de IA: ¿podemos seguir impulsando el avance tecnológico sin comprometer recursos esenciales para la vida? La inteligencia artificial tiene el potencial de mejorar innumerables aspectos de la sociedad, pero no podemos ignorar los costos ocultos de su funcionamiento. Es necesario equilibrar el progreso con prácticas sostenibles y responsables.
Mientras lees este artículo, estás siendo testigo directo de esta paradoja tecnológica. La IA nos ofrece conocimiento y eficiencia, pero lo hace consumiendo recursos físicos limitados. Y para que estas 400 palabras llegaran a ti, se necesitaron aproximadamente 2 litros de agua. Un costo que debería hacernos reflexionar sobre cómo interactuamos con la tecnología y el planeta.
La próxima vez que uses una IA, recuerda: cada palabra tiene un precio invisible, y ese precio es el agua que todos necesitamos para vivir.
Este articulo fue creado con Inteligencia Artificial. Costó 2 litros de agua. Para vos puede ser gratis, pero de alguna manera, todos lo pagamos.