Nuestros recursos naturales atados a pagar la deuda

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Voces11/01/2022Hernan GordilloHernan Gordillo
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En los últimos años se han incentivado y profundizado en nuestro país algunos proyectos para la explotación minera a mano de empresas extranjeras, como también proyectos de producción industrial de carne, a la vez que se sigue expandiendo la “frontera agrícola” para la producción, principalmente de soja y trigo. Estas problemáticas, claro está, no son exclusivas de Argentina, sino más bien de toda nuestra región.
Nos preguntamos cuales son las causas del avance permanente de este tipo de proyectos en momentos donde la agenda internacional nos habla permanentemente de “Cambio Climático” y “Calentamiento Global”. Renombrados científicos de todo el mundo hablan de la necesidad de revertir la emisión de gases de efecto invernadero, activistas por todo el mundo denuncian el colapso del ecosistema, a quienes se suma el Papa Francisco quien ponen de relieve que existe un “hilo invisible” que une todas las crisis que vivimos, la económica, social y ambiental, y que ese hilo es el sistema capitalista.
Es innegable que el grado de desarrollo de la sociedad del siglo XXI necesita de ciertos recursos naturales que
fundamentan la producción de bienes a gran escala. Pero ¿no hay otra alternativa que destruir masivamente
montañas, envenenar las cosechas, detonar el subsuelo, descargar residuos que contaminan ríos y mares, quemar humedales, desmontar bosques nativos generando desertificación y a la vez suelos menos absorbentes que resultan en inundaciones, cambios de ciclo de agua, de lluvias, etc.? Veamos en qué momento estamos.
En 2008 se produjo una “crisis financiera” con epicentro en la bolsa de Wall Street (EEUU), pero que definitivamente se expandió en el mundo como lo hizo el virus que nos asola desde hace dos años. El termino de “crisis financiera” ha quedado corto, porque se remite solo a un “sector” de la economía. Hay que tener en cuenta que desde mitad del siglo pasado el sector financiero es el sector que domina al resto de los sectores del Capital global, la producción de bienes y servicios, y la logística, con lo cual, hablar de “crisis financiera” es hablar de una crisis del sistema capitalista.
Se trata entonces de una crisis que se ha hecho crónica, que no encuentra recuperación en ningún país del mundo, a la vez que la riqueza se va concentrando cada vez más en menos manos. Esas pocas manos, “ellos”, son CEO’s, inversores o dueños de las empresas vinculadas con el desarrollo tecnológico, el sector de las bioquímicas y farmacéuticas, las energéticas, y también las empresas ligadas a la extracción de minerales y explotación de recursos naturales “estratégicos”. La agudización de la competencia los obliga, además de ir a la especulación financiera, a  meter nuevas tecnologías permanentemente para producir más productos y más barato. Esta situación a su vez genera altos niveles de desempleo, y por ende genera mercados cada vez “menos solventes”, es decir, menos dinero para consumir todo eso que se produce cada vez en mayor cantidad. Como corolario, se achica el valor creado en cada producto justamente porque se utiliza cada vez menos manos de obra, única fuente creadora de nuevo valor, por lo que terminamos pagando la “reposición” del capital invertido y la estafa capitalista. Esta contradicción no para de agudizarse desde hace varias décadas, y es lo que viene acelerando el deterioro del propio sistema, ya que socava sus propias bases.
Ante este escenario de crisis, donde los grandes Capitales no encuentran “lugares de inversión rentable” acorde a la magnitud de sus capitales (más grandes que economías de países enteras) es donde se vuelcan principalmente a aquellas actividades que aún tienen cierta demanda, o que son “estratégicos” para los desarrollos tecnológicos que se imponen a futuro (no tan lejano).
Estos capitales, gestionados por “Fondos de Inversión”, por un lado, funcionan como prestadores de Deuda para países periféricos, y por otro lado financian empresas tecnológicas, de extracción mineral, de hidrocarburos, de producción bioquímica, ya sea para productos de la tierra, proteínas cárnicas, o a través de laboratorios, muchas veces en esos mismos países de quienes son sus acreedores. Todo este entramado internacional configura un total dominio de estos sectores sobre las decisiones soberanas de los distintos países, ya sean “desarrollados” o “periféricos”.
Por lo tanto, estos sectores meten sus “garras” por todos lados, utilizan distintas máscaras, se disfrazan de filantropía, de “capitalismo verde” o de “fondos” (suena inofensivo, ¿no?) pero detrás de todo velo no hay más que dominación política y saqueo de recursos económicos, naturales y humanos.
En el marco de la crisis capitalista desatada en 2008, el país ya venía sufriendo escases de divisas, corridas cambiarias, fuga de capitales, inflación elevada a manos de los formadores de precios, una pelea con los sectores agroexportadores que no liquidaban sus exportaciones, y una dura pelea con los grupos mediáticos. Esto determinaba una cantidad de medidas de restricción sobre los dólares, el giro de divisas y utilidades, y control sobre las importaciones, a fin de resguardar las reservas de dólares y evitar el colapso de la moneda, y el poder adquisitivo de la población. Luego, durante el periodo de gobierno de Alianza Pro, el gobierno de Macri cambio rápidamente las reglas. Se financio el déficit (que se gasta más de lo que ingresa) con toma de deuda externa (y ajuste a los y las trabajadoras), primero con acreedores privados -principalmente con los Fondos de Inversión-, y luego, cuando estos sectores privados “cerraron el grifo” para prestarle al país por la evidente situación insolvente, se recurrió al préstamo tomado con el Fondo
Monetario Internacional (FMI), aquel que con sus políticas había llevado al país a su peor crisis social e institucional en este siglo en 2001 (durante los 4 años de Macri se fugaron del país 86.000 millones de dólares, todo el préstamo recibido del FMI y más!!). Aunque debemos afirmar, el real objetivo del crédito otorgado al país era condicionarlo, tenernos atados de pies y manos, y, aun sabiendo que la deuda es impagable en las condiciones tomada, la intención es la extorsión y condicionamientos sobre los recursos y políticas de nuestra patria. Billetera mata soberanía.

La deuda del país es de (anfibia.com – datos de marzo 2020) 323.381 millones de dólares. De ese total, el 78%
debe devolverse en moneda extranjera. Más de la mitad de los títulos públicos, el 56%, se rige por otra ley
distinta a la argentina, con el agravante que el crédito con el FMI fue tomado violando el estatuto del propio
Fondo, y la Constitución Nacional.

La deuda mundial alcanzó un nuevo récord de casi US$ 300 billones, incluyendo la gubernamental, familiar, corporativa y bancaria. (…) como porcentaje del PIB cayó de la cifra récord de 362% hasta el actual 353%. (economista.com –15/09/2021 – “Deuda mundial récord: casi US$ 300 billones y 353% del PIB mundial”).
Para poner en relación que significa esto, si tomáramos la deuda de la Argentina y 200 países más con la misma
magnitud, esta suma seria de 60 Billones de dólares… ¡¡representaría apenas el 20% de la deuda global!! Es decir
que la mayor magnitud es fruto del apalancamiento de las economías más desarrolladas, es del “primer mundo” y sus empresas, pero exprimen a los países subdesarrollados y los condicionan de tal manera que les sea imposible negarse a perder la soberanía sobre sus recursos.
Algunos datos sobre lo que deja la megaminería en nuestro país: La Alumbrera (Catamarca) utiliza 86 millones de litros de agua por día, más que el consumo de la provincia. Solo en Pascua Lama se arrojaría durante la vida útil de la mina la mitad de toneladas de explosivos de los utilizados en la 2da Guerra Mundial. Los tres principales proyectos -La Alumbrera, Pascua Lama y Agua Rica- consumen 395MW (subsidiados), lo que supera la producción de la central nuclear Atucha (375MW). El destino casi exclusivo de este tipo de minería (oro, plata, cobre) es la exportación. América Latina extrae el 45.1% del cobre y consume el 6.1%, extrae el 26.2% de la bauxita en el mundo, pero solo consume el 2.9%. Respecto al oro, extrae el 15.2% pero consume el 3%.

El 90% del oro en el mundo se utiliza como reserva de valor. En San Juan, la empresa Barrick, por Veladero, paga
U$S1.7 por cada U$S 100 que extrae, y aporta en concepto de regalías menos del 1% del presupuesto provincial. En esta provincia la minería emplea poco más de 2500 personas, menos del 1% del total de empleo. La minería
metalífera representa menos del 0.045% de la población económicamente activa de la Argentina. (Datos del libro
“El colapso ecológico ya llego”, de Enrique Viale)

Queda claro que las corporaciones que llevan adelante estas explotaciones tratan de ahorrar todo lo posible en pos de obtener la máxima ganancia, aun dejando un pasivo ambiental y social del que nadie se hará cargo, pero que es irrecuperable y que sufren las generaciones presentes y venideras, a quienes estamos condenando.
En las poblaciones locales, que sienten y sufren las enfermedades y baja en su calidad de vida, surgen movimientos de resistencia, y es que no hay opción. Las manifestaciones recientes en Chubut, luego de 5 días de asambleas, cortes de rutas, marchas y represión, lograron que el gobierno provincial retroceda y derogue la ley que habilitaba la explotación minera en la meseta de dicha provincia. Pero las resistencias vienen desde hace muchos años en diversos puntos del país, y del continente. La preocupación de la sociedad tiene una base real y concreta. Minuto1.com – 17/10/2021 – “Preocupación: solo el 10 por ciento de las empresas tratan adecuadamente sus residuos peligrosos” – “Un total de 32 millones de toneladas de residuos industriales especiales y peligrosos se generan por año y sólo el 10 por ciento de las empresas los tratan de manera adecuada.”

Conclusión
Es imposible entonces desligar el proyecto de explotación metalífera (y de todas las producciones primarias) de la atadura que tiene nuestro país (y muchos otros) a una deuda externa que a todas luces nos condenará a grandes sacrificios sociales y naturales; en un momento del mundo en que las deudas son impagables para cientos de países, la rentabilidad es escasa; y cuando el límite climático nos marca la velocidad del tiempo que se agota cada vez más rápido, al igual que los recursos renovables.
La necesidad del capital trasnacional de obtener renta a través de la explotación de nuestros recursos, saquearlos, evadir impuestos, hacer contrabando, y ganar la aguda competencia que existe entre ellos tiene como “otra cara de  la moneda” el vínculo íntimo de todo este plan atado a la “necesidad” (falsa) de generar exportaciones que traigan los dólares para pagar una deuda que se han fugado y que no trajo beneficios a las y los argentinos.
Para llevarlo adelante estas corporaciones compran voluntades, y utilizan todo tipo de acciones y presionan de
distintas maneras a legisladores y funcionarios para imponer sus proyectos, es el famoso “lobby” minero. Desde el Estado y siguiendo dichas presiones, se incentiva para continuar y profundizar la explotación de Vaca Muerta en Neuquén -por fractura hidráulica-, y otras producciones de hidrocarburos como en el sur del Mar Atlántico, en el Norte, y buscando aprobar nuevas explotaciones de este tipo como en Mar Del Plata, es decir, la extracción de combustibles fósiles, finitos e irrecuperables para el ambiente, que a su vez son generadores de la mayor porción de gases de efecto invernadero que aceleran el Calentamiento Global.
Todo esto configura una situación de permanente atropello a los pueblos de nuestra región, y una avanzada
institucional que “pareciera” no contemplar el daño que deja la extracción, y que a todas luces nos conduce hacia un deterioro que hará imposible la vida de las próximas generaciones; una situación en que pareciera que la ganancia permite traspasar cualquier límite, y que, finalmente, solo será posible que se imponga mediante la represión del pueblo si es necesario.
Preguntamos, ¿no es posible pensar en desarrollar la producción bajo otra lógica?, ¿no es posible salir de la imposición de las corporaciones, y desarrollar ciencia y tecnología con los recursos humanos que tenemos en el país y sin condicionamientos de “fondos” o “corporaciones” ?, ¿o nos quedamos con la (falsa) dicotomía minería si, minería no?; ¿desarrollo si, desarrollo no? ¿No existen formas alternativas de generación de energía “limpia”? Nosotros decimos firmemente: minería bajo la lógica del Capital Trasnacional, NO. “Desarrollo” bajo la lógica destructiva y rentística de Capital, NO. Pero estamos dispuestos a debatir un plan independiente de las y los trabajadores, junto con el conjunto de los pueblos hermanos de la región, con la participación esencial de científicos, trabajadoras y trabajadores; un plan que no esté en función de la competencia capitalista sino en función de elevar la calidad de vida de las mayorías, y que tenga como eje fundamental abandonar definitivamente la extracción, producción y utilización de combustibles fósiles. Así como también la obsolescencia programada, la sobreproducción de bienes, la sobreexplotación del planeta y de las personas, la utilización de agrotóxicos, los desmontes, y tantas otras prácticas del Capital en busca de altos rendimientos y ganancias que poco tienen en cuenta cubrir las necesidades y la salud humanas.
Los habitantes de la Argentina, como del resto de mundo, vivimos tiempos de mucha incertidumbre, pero también de reflexión, tiempos en donde los mecanismos formales y herramientas del Estado -que antes "resolvían" la vida socialya no pueden dar respuesta alguna, y no solo eso, sino que son parte fundamental del problema y no de la solución. Queda manifiesto que en dichos ámbitos no están representados nuestros intereses colectivos. Aquel “contrato social” se ha roto y tenemos que crear uno nuevo, superador. Se va haciendo sentir, y así lo demuestran las numerosas manifestaciones y estallidos en todo el mundo, que los pueblos estamos empujados a poner en nuestras manos la resolución de los grandes problemas de la sociedad. Es decir, se hace necesario poner por delante lo que nos ocupa a todos, lo colectivo, lo común. Es necesario entender por qué pasan las cosas. Porque no se trata solo de defender los
recursos, se trata de cambiar la lógica que impera, de cambiar el paradigma, se trata de debatir y de pensar entre todos y todas para quién, para qué y cómo producir; y como distribuimos lo que se produce. Se trata de derribar el dominio de la renta y de la competencia, y para eso, debemos organizarnos como condición para transformar la sociedad.
Y, aunque se nos presenta un escenario catastrófico, la humanidad ha superado momentos de tragedias, angustias y dolores -entre ellos dos guerras mundiales- así como también gestó luchas populares y revoluciones que han demostrado todo de lo que son capaces los pueblos cuando se pone en el centro la satisfacción de las necesidades colectivas, y no el lucro y la ganancia de pocos. Para ello, desentrañar los intereses ocultos, correr los velos, formarse, informarse, replicar la información, involucrarse, romper el individualismo, es decir, organizarse sin esperar nada de arriba, y dar un gran debate en toda la sociedad, con nuestras relaciones y espacios sociales sobre qué sociedad nos merecemos es tarea URGENTE. ¡Creemos que es posible y lo haremos!
PARIENDO UNA NUEVA SOCIEDAD – ENERO 2022

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