Moyano piso el acelerador, noticia sindical que paso inadvertida por Mariano Beristain

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Destacados en Facebook 19/02/2022Hernan GordilloHernan Gordillo

Una de las noticias relevantes de esta semana corta pasó casi inadvertida. Pablo Moyano, embriagado por la inolvidable imagen combativa de los 90 de Hugo arriba del camión, le ganó una simultánea al Gobierno, las empresas transportistas y a los gordos de la CGT, y entabló su partida con las poderosas administradoras de riesgos de Trabajo (ART).
En los últimos días, Camioneros llevó adelante dos movilizaciones gravitantes; primero a la sede del Ministerio de Trabajo y una semana después a la del Ministerio de Salud, que prendieron las luces amarillas del gobierno y de los hombres de negocios.
El 3 de febrero Pablo se le paró de manos al ministro, Claudio Moroni y copó la sede de Trabajo acompañado por miles de camioneros reclamando que no les descuenten los días ni los beneficios a los trabajadores enfermos con Covid 19.
Moroni no actualizó el decreto 367/2020 y desde el 1 de enero de este año quedó sin efecto la medida de emergencia que incluía al Covid 19 como enfermedad profesional no listada y, desde entonces, los trabajadores tienen que hacer un burocrático peregrinaje en las comisiones médicas para que se lo contemple como un enfermo.
El Ministro se defendió de estas acusaciones, reconociéndolas. Moroni aseguró que los trabajadores que tienen Covid cuentan con la cobertura médica de las ART pero enseguida aclaró que a diferencia del inicio de la pandemia, ahora "debe pasar por una comisión médica" como si se tratara de cualquier afección.
El Covid 19 ha matado más de 125.000 personas en la Argentina y a 6 millones de personas en el mundo, buena parte de ellas eran trabajadores activos o pasivos.
El presidente, Alberto Fernández secundó la postura de Moroni: “Yo le expliqué a Pablo que, según lo que dice la Organización Mundial de la Salud (OMS), no es la misma pandemia que en el 2020”, dijo dando por cerrada la posibilidad de un acuerdo.
Fernández y Moroni han trabajado codo a codo con los empresarios de la UIA y otras entidades patronales en una lógica abocada a reducir a cualquier coste el “ausentismo” laboral y a mantener los niveles de producción mediante distintas medidas que apuntan a desalentar las inasistencias por razones relacionadas con el Covid, entre las que se encuentran, por ejemplo, el aislamiento por contactos estrechos y la extensión de la fecha de reincorporación desde que se detecta la enfermedad.
En la segunda y tercera ola de Covid, ganó por lejos la decisión de preservar la economía por sobre la salud.
Cómo no hubo ninguna respuesta a sus reclamos, los Moyano redoblaron la apuesta y el 10 de febrero, miles de camioneros bailaron cumbia con los chalecos verdes y blancos en las inmediaciones del edificio del Ministerio de Salud. “Los trabajadores no se agarraron el COVID en un viaje al interior de funcionarios, se lo agarraron laburando, pelándose el orto para que no falte la comida, el combustible y los caudales. Le pedimos al compañero Alberto Fernández que revea la situación y si no el jueves que viene reventamos la Plaza de Mayo hasta que le devuelvan el último centavo a los trabajadores”, señaló Pablo mientras en la tribuna los militantes de Camioneros coreaban consignas advirtiendo que “¡Si no escuchan a Moyano, le paramos el país!”. Pablo Moyano se envalentonó y el mismo día definió la convocatoria multitudinaria a Plaza de Mayo para el jueves último, que sólo se suspendería si había una devolución afirmativa a sus reclamos.
Finalmente, después de mantener un estado de movilización permanente durante las últimas dos semanas, Camioneros terminó firmando el miércoles un acuerdo con las cámaras y empresas que integran la Federación Argentina de Entidades de Transporte y Logística (FAETyL) para que las empresas paguen "la licencia de los trabajadores por enfermedad COVID-19". Además, dejaron sin efecto la convocatoria a Plaza de Mayo. "Luego de la lucha que hemos mantenido estos últimos 15 días, informamos a los compañeros que en el mes de enero tuvieron descuentos por tener la mala suerte de contagiarse, donde se descontaron viáticos, comida y otros ítems, que ese dinero va a ser reintegrado en los próximos haberes y a partir de este momento no se le va a descontar", declaró exultante Pablo Moyano.
Este triunfo político de los Moyano, que pasó absolutamente desapercibido entre los gentiles, tuvo una notoria repercusión en las filas de la dirigencia política, empresarial, gremial y mediática. La llamada a las calles de Pablo cayó como una bomba y los medios del establishment fueron los primeros en advertir la trascendencia de la apuesta de los Moyano. “Pablo Moyano amenaza con reventar Plaza de Mayo”, tituló la web de La Nación mientras que Infobae fue más al grano al afirmar en su portada que “Pablo Moyano endurece su discurso contra el Gobierno y amenaza con ‘reventar Plaza de Mayo´”. Todos los medios, con mayor o menor posicionamiento cercano al gobierno, utilizaron términos belicosos como “amenaza”, o abusaron del concepto “reventar”, aludiendo a la frase de Pablo. Tras su participación en la movilización contra la Corte Suprema de Justicia, Pablo Moyano volvió a ocupar un rol protagónico en otra marcha que se suma al cruce que tuvo con la poderosa IDEA y el sindicato de Comercio, que controla el “gitano” Armando Cavallieri por exigirle a los supermercadistas que paguen las “indemnizaciones cuando se vende una empresa”.
La figura de Pablo Moyano salió muy robustecida de la pelea por el Covid. No sólo obligó al presidente Fernández y a sus ministros Moroni y Carla Vizzotti, tres figuras claves del gobierno a rever una decisión tomada, sino que le marcó la cancha a los denominados gordos de la CGT, y obligó a los empresarios a hacerse cargo de los costos que quisieron hacerle pagar por las inasistencias a los trabajadores enfermos. Además, es la primera vez que el crédito se lo lleva de forma casi integra él, y el padre, Hugo, queda relegado a un segundo plano, como una suerte de guía espiritual, cediéndole el protagonismo absoluto a su hijo.
De esta manera, Pablo despunta en el horizonte con un modelo de liderazgo fuerte en el sindicalismo, mostrando pinceladas propias del Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA), que nació en 1994, encabezado por Hugo, Alicia Castro (Aeronavegantes) y Juan Manuel Palacios (colectiveros), para enfrentar, casi en soledad, a las políticas neoliberales de Carlos Menem y Fernando De la Rúa. Pablo tiene como socio al mecánico Mario Manrique (SMATA) y actual secretario Gremial de la CGT y buen feeling con el dirigente social, Juan Grabois. Además, está enfrentado con los denominados “Gordos” de la CGT que han tenido históricamente una alianza con el Ministerio de Trabajo, no importa si lo encabeza un kirchnerista, un macrista o un albertista. Además, Pablo cuenta con nexo medianamente aceitado con el Grupo 25 de Mayo y el espacio Soberanxs a través de la ex diputada y economista, Fernanda Vallejos.
Camioneros no sólo logró que los empresarios transportistas se comprometan a reintegrarle a los trabajadores los días descontados sino que la figura de Pablo emergió tímidamente, en un marco de penumbra y de ausencia de liderazgos claros, como un contrapeso sindical para enfrentar la política de ajuste impuesta por el Fondo Monetario Internacional al gobierno de Alberto Fernández.
Es cierto, con Pablo Moyano, Juan Grabois y Soberanxs, solamente, no alcanza pero empieza a ordenarse el tablero de ajedrez de cara a la década larga de ajuste que ya se puso en marcha en la Argentina con la segunda ola de Covid.

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