TUCMA, 11 años: El sueño colectivo que se volvió Revolución
Un 25 de mayo, hace más de dos siglos, un puñado de argentinos se atrevían a soñar con libertad. Se animaban, con coraje, a dar el primer paso hacia su destino. Dos siglos después, en la misma fecha, en un rincón del norte argentino, otro sueño empezaba a tomar forma. No fue con batallas ni discursos solemnes, pero sí con una convicción poderosa: cambiar la realidad desde abajo, con las manos en la tierra y el corazón en alto.
Un 25 de mayo de 2014 nació TUCMA, en Santa Ana, provincia de Tucumán. Una organización política y social que hoy cumple 11 años. Once años de camino compartido, de aprender, de resistir, de crear. Once años en los que se demostró algo que muchos habían olvidado: "sí se puede".
Cuando la política se vuelve esperanza
“Cuando empezamos, nos decían que era una mala palabra hacer política”, dicen hoy sus referentes con una sonrisa que mezcla memoria y orgullo. Y es que durante mucho tiempo, comprometerse con lo público, fue visto con sospecha. Pero la política no es el problema, el problema es cuando se vacía de amor, de sentido, de pueblo.
TUCMA eligió otro camino. Optó por el barro en lugar del palco, por el abrazo antes que el eslogan. Mientras muchos se quejaban desde la comodidad, ellos se organizaron, escucharon y actuaron.
Y en ese actuar, fueron respondiendo preguntas que a veces parecen imposibles para muchos:
¿Se puede acabar con el hambre?
Sí, cuando se entiende que nadie se salva solo.
¿Se puede construir una democracia con alternancia real?
Sí, si dejamos de repetir apellidos y empezamos a escuchar nuevas voces.
Once años sembrando futuro y dignidad
En estos once años, TUCMA es una organización que no se detuvo. El relato de su gente nos demuestra que son trinchera, son semilla, son puente y sobre todo, son colectivo.
Construyeron una organización con identidad y raíces. Impulsaron políticas públicas pensadas desde la realidad concreta, no desde un Excel. Acompañaron luchas invisibles, de esas que pocas veces llegan a los titulares pero cambian vidas. Llevan dignidad a los barrios, no promesas vacías. Siembran conciencia y pertenencia, valores que no cotizan en bolsa pero sostienen pueblos enteros. Y lo hacen sin pedir nada a cambio. Con una ética clara: servir y no servirse. En tiempos de cinismo, eligien la coherencia.
No fue casualidad. Fue decisión.
Me cuentan que nacer un 25 de mayo no fue una coincidencia del calendario, fue una señal, una declaración. "Porque TUCMA es hija de esa misma pasión revolucionaria que hace siglos empujó a un pueblo a decir basta", sostiene Hernán Romano, fundador de la organización..
"No se trata solo de una efeméride. Cada año que pasa, la historia se entrelaza más fuerte con las acciones que desarrollamos día a día. Porque cuando una madre consigue trabajo, cuando un chico vuelve a la escuela, cuando una comunidad se abraza para pelear por sus derechos y organiza para crecer en conjunto... eso también es revolución", sostiene Paola Nieto, referente de la organización.
El sueño que nadie podrá quitarles
“Esto ya se convirtió en un sueño colectivo… que no nos va a quitar nadie”, repiten con firmeza. "Y no es una frase de ocasión, es una certeza que creció con cada paso dado, con cada mate compartido, con cada obstáculo que no nos hizo retroceder, sino reafirmar el rumbo. Pero nada de esto fue, es y será posible sin el acompañamiento de cientos de compañeras y compañeros que creyeron y creen que este modelo es posible y a quienes les estamos eternamente agradecidos", sostienen sus referentes.
Mientras en la Casa Histórica de Tucumán se recuerda la Revolución de Mayo, en Santa Ana se celebra otra: una revolución callada, cotidiana, valiente y humana. Porque 11 años no son solo un número, son historias, son luchas, son logros. Son abrazos en medio de la tormenta. Son nombres que no figuran en los libros, pero están tatuados en cada obra hecha con amor.
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