El Despertar de los Votantes de Milei: Cuando la Destrucción del Estado Golpea en Casa

El discurso de "dinamitar todo" resonaba bien en la teoría. La idea de que el mercado resolvería todos los problemas se presentó como una solución simple y directa. Sin embargo, muchos de los votantes que apoyaron estas propuestas no habían contemplado lo que realmente significa la ausencia del Estado

Argentina14/09/2024Hernan GordilloHernan Gordillo

Quizás, en lugar de culpar a los votantes o a los políticos, es necesario replantear el modo en que entendemos la política. El desafío está en cómo recuperar la idea de un Estado eficiente y responsable, sin caer en la trampa de la destrucción total. La discusión pública debe centrarse en cómo construir y mejorar las instituciones, no en destruirlas.

DALL·E 2024-09-14 11.18.57 - An image of two contrasting scenes in Argentina. On one side, wealthy individuals in suits who supported the destruction of the state stand confidentl

En las elecciones pasadas, muchos votantes apoyaron el proyecto de Javier Milei, seducidos por la promesa de destruir un Estado que consideraban ineficaz, corrupto y costoso. Las ideas libertarias y la propuesta de reducción drástica de la intervención estatal encontraron eco en una parte considerable de la población, frustrada con el statu quo y ansiosa por un cambio radical. Sin embargo, a medida que las consecuencias de estas políticas comienzan a materializarse, un sector de esos mismos votantes está experimentando algo que no habían anticipado: la desaparición de los servicios públicos afecta también a ellos.

El Estado: Un enemigo hasta que deja de estar

El discurso de "dinamitar todo" resonaba bien en la teoría. La idea de que el mercado resolvería todos los problemas se presentó como una solución simple y directa. Sin embargo, muchos de los votantes que apoyaron estas propuestas no habían contemplado lo que realmente significa la ausencia del Estado: la falta de regulaciones que protegen derechos, el desmantelamiento de sistemas de salud y educación, la inseguridad en sectores vulnerables que dependen de las ayudas sociales.

Cuando la educación pública se ve amenazada, el transporte subvencionado desaparece y el acceso a la salud pública se complica, las promesas libertarias muestran su cara más cruda. Y es aquí donde muchos comienzan a cuestionarse si apoyar este tipo de políticas fue una buena idea, ya que las consecuencias trascienden a los sectores que ellos consideraban responsables del mal funcionamiento del país y los alcanzan a ellos mismos.

La negación de la responsabilidad

A pesar de que las consecuencias son claras, muchos votantes que impulsaron este proyecto no se perciben como responsables de lo que está ocurriendo. Prefieren culpar a las "trabas del sistema" o a la "herencia recibida", evitando una reflexión profunda sobre el impacto de su voto. Este fenómeno no es exclusivo de Argentina; a menudo, quienes apoyan políticas radicales o destructivas experimentan una disonancia cognitiva cuando las consecuencias negativas se hacen evidentes.

Es más fácil culpar a la burocracia, los sindicatos o los "otros" que asumir que las decisiones tomadas, motivadas por un discurso simplista, pueden haber empeorado la situación.

¿Una lección por aprender?

Lo más preocupante de este fenómeno es que, aun frente a la evidencia, muchos de estos votantes no están dispuestos a reconsiderar su postura. La narrativa del "enemigo común" que Milei y otros políticos del mismo corte han construido es tan fuerte que, incluso cuando son las mismas personas las que sufren las consecuencias, persiste la idea de que "el Estado es el problema".

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