Bolivia busca un nuevo cauce: entre la emoción colectiva y el fin del relato hegemónico

Los informes recientes de Datacivis revelan un cambio de época en la política boliviana: la ciudadanía desconfía del pasado, castiga al presente y busca liderazgos que encarnen una esperanza concreta. En el tablero electoral rumbo al 17 de agosto, Doria Medina y Tuto Quiroga se imponen como las figuras mejor valoradas por una sociedad que ya no vota por ideología, sino por conexión emocional.

Internacional12/07/2025La Voz del PuebloLa Voz del Pueblo
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La política boliviana se adentra en un terreno nuevo. Los datos de escucha social procesados por la plataforma Datacivis, basada en inteligencia artificial y análisis de redes sociales, muestran que algo profundo se está moviendo bajo la superficie del debate electoral. Bolivia, acostumbrada durante dos décadas a una hegemonía política casi mítica, parece hoy decidida a dejar atrás esa narrativa.

Con un universo analizado de más de 1.100 perfiles y comentarios en las principales redes y medios web de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, los resultados no dejan lugar a dudas: Samuel Doria Medina (65%) y Jorge “Tuto” Quiroga (70%) lideran el ranking de imagen positiva entre los dirigentes políticos nacionales. Más abajo, y con cifras alarmantes, se ubican Evo Morales (25%) y Andrónico Rodríguez (15%), símbolos de un oficialismo que ha perdido mística y conexión con las nuevas generaciones.

El rechazo a Evo no es nuevo, pero ahora ha mutado: la desilusión pesa más que la memoria, señala el informe. No se trata solamente de la inhabilitación judicial, sino del agotamiento de un liderazgo que, para muchos, ya no representa la lucha popular, sino su caricatura.  Andrónico, su heredero natural, carga con el lastre del silencio, de la ambigüedad y del oportunismo político.  Luis Arce, en tanto, parece simplemente haber desaparecido del radar emocional: no despierta ni adhesión ni odio, solo cansancio.  En política, eso equivale a la nada.

Lo que sí emerge con fuerza es una voluntad social de renovación, pero no a través de grandes revoluciones ni gestas refundacionales.  El pueblo boliviano, según los comentarios analizados, no busca mesías, sino gestores confiables.  Doria Medina aparece como el rostro de la tecnocracia honesta, con fuerte anclaje en los jóvenes y un discurso económico que suena práctico y posible.  Tuto Quiroga, en cambio, articula el imaginario oriental, con Santa Cruz como trinchera y la democracia como bandera.

Ambos líderes supieron reinventarse: uno desde el empresariado y la transparencia, otro desde la institucionalidad regional.  Y lo más importante: lograron emocionar, palabra clave en este nuevo tiempo político. Porque, como bien sugiere el estudio, el voto en 2025 será sensorial, más que ideológico.

En un contexto latinoamericano donde la polarización sigue dominando el juego político —de Argentina a México, de Colombia a Brasil—, Bolivia marca una diferencia: el cansancio con los extremos es transversal, y la demanda por moderación y gestión crece a pasos firmes.

Las elecciones del 17 de agosto serán una prueba de madurez democrática, pero también una radiografía de un país que, luego de años de relatos fundacionales, elige volver a empezar desde la emoción colectiva. Un voto que no mira al pasado con nostalgia, ni al futuro con ilusión vacía, sino al presente con la urgencia de ser escuchado.

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