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José María Martín
La forma en que nos comunicamos en Argentina está cambiando rápido, impulsada por el avance de internet y la masificación de las redes sociales. Cada vez más, los argentinos están dejando atrás los medios tradicionales como la televisión o los diarios en papel y pasan al mundo digital, dedicando en promedio 3 horas y 44 minutos al día en redes sociales. En estas plataformas, los usuarios no solo buscan entretenimiento, sino también información y un espacio donde puedan participar y expresarse.
Hoy en día, Facebook e Instagram siguen siendo las redes más usadas, aunque Instagram tiene especial popularidad entre los jóvenes, quienes también usan cada vez más TikTok. En cambio, las personas mayores prefieren plataformas como Facebook y LinkedIn. El acceso a estas redes se da principalmente desde los celulares, que son el dispositivo preferido para el 94.7% de los usuarios, y el horario de mayor actividad es después de las 9 de la noche, lo que demuestra cómo las redes se han vuelto parte de nuestra rutina diaria.
Un público activo que ya no es pasivo
Antes, la gente consumía los medios de forma pasiva, pero hoy las redes sociales permiten que la audiencia participe activamente, cuestionando e interactuando con el contenido que consume. Este cambio ha obligado a los medios tradicionales a transformarse y adaptarse a un público que ya no solo quiere ver, sino también ser parte de la conversación.
En Tucumán, por ejemplo, la gente se informa en su mayoría a través de diarios online (33.3%) y redes sociales (28%), superando a la televisión (26.7%). Esto marca una nueva tendencia en cómo y dónde buscamos enterarnos de lo que pasa a nuestro alrededor, demostrando que las redes han ganado un lugar central en la vida cotidiana de los argentinos.
La desinformación y el poder de los algoritmos
Sin embargo, este nuevo ecosistema digital trae desafíos. Uno de los problemas más grandes es la desinformación. Las redes sociales son un terreno fértil para noticias falsas que pueden dividir y confundir a la sociedad. A esto se suma la “burbuja de los algoritmos”, que refuerza los contenidos que ya pensamos o creemos, mostrando solo lo que nos agrada y limitando el acceso a puntos de vista distintos. Esto ha generado un ambiente donde la polarización es cada vez más fuerte, y muchas personas prefieren callar antes que arriesgarse a la crítica o la “cancelación” en las redes.
Este fenómeno de aislamiento digital se conoce como “espiral del silencio”, y su impacto se nota en Argentina: muchas personas sienten que es más fácil guardar sus opiniones que enfrentarse a un entorno de respuestas rápidas y, muchas veces, negativas.
¿Qué podemos esperar?
En el futuro próximo, el uso de redes sociales en Argentina seguirá creciendo, y es probable que haya más esfuerzos para regular el contenido y combatir la desinformación. Para los medios tradicionales, esto representa una nueva oportunidad: si logran adaptarse a un formato más directo y atractivo, que invite a la participación, podrían recuperar parte de su influencia.
Además, el auge de las generaciones Z y Alpha, que han crecido con el teléfono en la mano y con internet a su alcance, probablemente traerá cambios en las prioridades y temas de interés. Estas generaciones están preocupadas por temas de justicia social, medio ambiente y transparencia, y buscarán líderes que se comprometan realmente con estas causas. Para conectar con estos jóvenes, los medios y los líderes políticos deberán demostrar un compromiso genuino y trabajar por un cambio real.
En conclusión, el futuro de la comunicación en Argentina está en un punto clave. Si los actores sociales —medios, políticos y ciudadanos— logran adaptarse a este nuevo entorno, el país podría lograr una comunicación más inclusiva y menos polarizada. Pero esto no será fácil: requerirá un esfuerzo por construir confianza, mantener la verdad en el centro y fomentar el diálogo. El camino no es sencillo, pero si se hace bien, puede llevarnos a una sociedad más unida y comprometida.

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