Romper el silencio: La deuda con las Mujeres Víctimas del Terrorismo de Estado

Cuando uno piensa qué escribir sobre este y todos los 24 de marzo, son miles las historias a las que se pueden apelar y en esa búsqueda incesante en las redes, encontré un escrito de Victoria Álvarez sobre "Género y violencia".

Actualidad24/03/2025José María MartínJosé María Martín
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Cuando uno piensa qué escribir sobre este y todos los 24 de marzo, son miles las historias a las que se pueden apelar y en esa búsqueda incesante en las redes, encontré un escrito de Victoria Álvarez* sobre "Género y violencia: memorias de la represión sobre los cuerpos de las mujeres durante la última dictadura militar argentina." Los relatos de lo vivido, lo callado, quizás esa búsqueda inimaginable del olvido, me llevó a escribir este articulo en memoria de las que no volvieron y de aquellas que volvieron, pero siempre estarán entre aquellas paredes que no olvidarán.

Durante décadas, la memoria colectiva sobre la última dictadura militar argentina (1976-1983) se ha centrado en la lucha por la verdad y la justicia, en el reconocimiento de los crímenes de lesa humanidad y en la construcción de un relato histórico que honre a los desaparecidos. Sin embargo, en ese proceso, se ha omitido o minimizado una dimensión fundamental de la represión: la violencia de género ejercida sobre los cuerpos de las mujeres.

Las mujeres detenidas-desaparecidas no solo fueron víctimas de torturas físicas y psicológicas similares a las de sus compañeros varones, sino que también sufrieron abusos sexuales, violaciones sistemáticas, desnudez forzada, esclavitud sexual y torturas dirigidas a sus órganos sexuales. Muchas fueron obligadas a abortar, separadas de sus hijos o asesinadas tras dar a luz. Estos crímenes no fueron producto de excesos individuales, sino de un mecanismo disciplinador que buscaba reinstaurar un orden patriarcal donde la mujer debía someterse o ser castigada.

El silencio sobre estas atrocidades no fue solo una consecuencia de la represión dictatorial. También fue impuesto por una sociedad que, incluso en democracia, no estaba lista para escuchar. Las sobrevivientes que intentaron denunciar la violencia sexual enfrentaron descrédito, indiferencia o vergüenza, incluso dentro de sus propios espacios de militancia.

Pero la violencia sexual no es un "detalle" de la tortura. No fue un daño colateral ni una experiencia aislada. Fue un crimen sistemático, un arma de guerra usada para quebrarlas, para deshumanizarlas, para anular su identidad y su lucha.

Hoy, cuando la historia empieza a darles el lugar que les fue negado, es necesario amplificar sus voces. Miriam Lewin, Silvia Ontiveros, Stella Vallejos y tantas otras mujeres han dado testimonio, a pesar de los años de silenciamiento. Nos corresponde, como sociedad, escuchar y actuar.

La justicia ha comenzado a reconocer estos crímenes como delitos de lesa humanidad, pero aún falta un verdadero reconocimiento social. Las mujeres que sobrevivieron no solo merecen ser recordadas, sino visibilizadas como lo que fueron: militantes, luchadoras, víctimas de un doble castigo por ser mujeres y por ser revolucionarias.

El Estado, los organismos de derechos humanos y la sociedad deben asumir el compromiso de integrar esta dimensión de la memoria en el relato oficial, en la educación y en la justicia. No basta con homenajearlas en discursos o museos si su sufrimiento sigue siendo una nota al pie de página en la historia del terrorismo de Estado.

Hablar de estas mujeres no es solo hacer justicia por el pasado, sino también luchar contra la violencia de género en el presente. Porque mientras sigamos naturalizando la violencia sexual, mientras sigamos juzgando a las víctimas en lugar de a los perpetradores, seguiremos perpetuando las mismas estructuras de opresión que esas mujeres desafiaron con su militancia y con su resistencia en cautiverio.

Romper el silencio es una deuda histórica. Es tiempo de saldarla.

*Profesora de enseñanza media y superior en Historia (FFyL-UBA). Docente de Historia Social General
(FFyL-UBA) y becaria de CONICET

Fuentes:

http://conti.derhuman.jus.gov.ar/2013/11/mesa_11/alvarez_mesa_11.pdf

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