La Argentina que se viene tras el acuerdo con el FMI

El nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional no es una tabla de salvación: es un manual de ajuste con nombre, fecha y consecuencias. Flexibilización laboral, suba de tarifas, privatizaciones y reformas regresivas marcan el camino. En este artículo desglosamos lo que no te cuentan y alertamos sobre el país que se está cocinando a espaldas de su gente.

Actualidad16/04/2025José María MartínJosé María Martín
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La Argentina que viene no es un modelo de desarrollo ni un plan de futuro.

Mientras el gobierno celebra un nuevo desembolso del FMI y proclama su plan de “estabilización y crecimiento”, la realidad está escrita en 138 páginas que pocos se animan a leer. Un documento denso, en inglés, cargado de eufemismos técnicos que esconden decisiones de altísimo impacto social. Pero allí está la verdad cruda: la Argentina que viene se está pactando en secreto y con letra chica.

Las palabras que se repiten en el informe no dejan lugar a dudas: "reformas estructurales profundas", "ajuste del gasto público", "privatizaciones", "racionalización de subsidios". Y debajo de cada término elegante, se esconde una decisión política concreta que golpeará directamente en la vida de millones de argentinos y argentinas.

Reforma laboral, que en la práctica significa flexibilización: contratos más precarios, despidos más fáciles, menos derechos para los trabajadores. Reforma jubilatoria, con el objetivo de recortar el sistema, aumentar la edad y achicar el monto de las pensiones. Reforma impositiva, que afectará la distribución del ingreso, apuntando al salario formal mientras se alivianan las cargas para los grandes capitales.

En paralelo, el documento establece un cronograma claro: para noviembre de 2025 —después de las elecciones—, se acelerará la privatización de las empresas públicas. Agua, energía, transporte: todo puede ponerse en venta. Y con la excusa de “desregular el mercado eléctrico”, se abre la puerta a tarifas liberadas y dolarizadas, completamente fuera del alcance de las familias trabajadoras.

Lo más impactante es lo que el acuerdo reconoce sin pudor: esto va a generar más pobres. Por eso, el FMI ya contempla un aumento del gasto en asistencia social. No para reducir la pobreza estructural, sino para contener la miseria que ellos mismos provocan. Es el viejo truco: ajustan por un lado, dan un bono por el otro, y llaman a eso equilibrio.

En una carta dirigida al Fondo, firmada por Luis Caputo y Santiago Bausili, el gobierno promete algo más grave aún: "adoptar cualquier medida adicional que resulte necesaria". Es decir, se compromete a ir más allá del ajuste si el Fondo lo pide. Blanco sobre negro, esa firma no solo entrega autonomía económica: entrega soberanía política.

El documento lo dice sin rodeos: la capacidad de repago de la deuda sigue siendo "riesgosa" y "altamente incierta". Entonces, ¿por qué nos prestan otra vez? Porque no les importa que podamos pagar: les basta con tenernos endeudados, condicionados, inmovilizados.

La Argentina que viene no es un modelo de desarrollo ni un plan de futuro. Es una hoja de ruta de recortes, entregas y retrocesos sociales. Un país más pobre, más desigual y más dependiente.
No es libertad: es subordinación disfrazada de eficiencia.
No es crecimiento: es achicamiento con consecuencias humanas.
No es ajuste fiscal: es ajuste de derechos.

La Argentina que se viene ya fue escrita. Ahora falta saber si la vamos a leer, si la vamos a entender y, sobre todo, si la vamos a permitir.

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