De la historia azucarera al futuro digital: el nuevo rumbo de Santa Ana

Actualidad14/06/2025Hernan GordilloHernan Gordillo
TECNICATURA EN DESARROLLO SOFTWARE

Durante décadas, Santa Ana fue sinónimo de desarrollo. El ingenio azucarero impulsado por la familia Hileret dio trabajo, vida y orgullo a miles de familias del sur tucumano. Fue un pueblo que supo lo que era el progreso. Pero desde el cierre de la planta en 1966, la comunidad quedó sumida en una larga espera, acompañada por el olvido y el éxodo silencioso de generaciones enteras que buscaron oportunidades lejos de su tierra.

Hoy, más de medio siglo después, Santa Ana se anima a soñar otra vez. Y no lo hace mirando al pasado, sino apostando al futuro. Hace apenas unos días, se concretó un hito histórico: se lanzó la primera carrera terciaria de toda su historia, con la Tecnicatura en Desarrollo de Software. Lejos de ser un hecho aislado, la respuesta fue abrumadora: 230 jóvenes se inscribieron, desbordando las expectativas y demostrando que hay una nueva generación lista para formarse, innovar y construir desde acá.

Este renacer no puede quedar librado al entusiasmo espontáneo. Requiere visión, planificación y políticas de desarrollo sostenidas. Si Santa Ana va a consolidarse como una ciudad laboratorio de tecnología e innovación rural, necesitamos una infraestructura acorde: conectividad, transporte, espacios formativos adecuados, oferta de carreras técnicas y universitarias adaptadas a los desafíos del siglo XXI.

Al mismo tiempo, se debe fomentar el emprendedurismo joven, con acceso a financiamiento, mentoreo y acompañamiento institucional. No hay desarrollo local sin cadenas de valor ni empresas que apuesten por quedarse y crecer en el lugar donde nacen.

La Argentina necesita un modelo de país más equilibrado, que valore lo que cada pueblo puede aportar. Y eso implica una política de Estado para las zonas rurales, donde no se viva solo de lo que “sobra” de las ciudades. Santa Ana tiene historia, identidad y ahora tiene juventud decidida. Lo que falta es compromiso político sostenido para convertir esta oportunidad en un verdadero proceso de transformación.

No se trata solo de tener más carreras o más computadoras. Se trata de recuperar el sentido de futuro. Y Santa Ana, como tantas otras comunidades del interior profundo, está dando el primer paso.

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