De la huerta a la mesa: una red que alimentó dignidad

A días de cumplir 11 años, la organización TUCMA recuerda uno de sus programas más emblemáticos: De la huerta a la mesa. Surgido en plena pandemia, este proyecto se convirtió en una respuesta colectiva frente al aislamiento, al hambre y al abandono. Hoy, su legado sigue vivo en cada productor que encontró un camino junto a otros.

La voz de20/05/2025La Voz del PuebloLa Voz del Pueblo

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Cuando todo se detuvo, cuando las rutas quedaron vacías y el miedo se coló en cada rincón, hubo quienes decidieron no esperar. Desde la organización TUCMA, el programa De la huerta a la mesa fue mucho más que una logística de alimentos: fue un puente. Un puente entre el productor y el vecino, entre la necesidad y la dignidad. “Desde el punto de vista social en nuestra organización siempre se dijo que las salidas son colectivas, que nadie se salva solo”, afirma Ignacio Lezcano, referente de la organización.

En plena pandemia, con restricciones que paralizaron las economías regionales y dejaron a los pequeños productores sin salida, TUCMA tendió la mano. “A través de la organización se le retiraba el producto desde el campo prácticamente, y se le hacía llegar al consumidor en su propio domicilio.” Fue una solución práctica, sí, pero también profundamente humana. Porque mientras otros cerraban puertas, TUCMA abría caminos.

El impacto fue inmediato y expansivo. El programa no solo alivió una necesidad económica urgente, sino que fortaleció vínculos y tejió redes comunitarias que, hasta ese momento, eran apenas un deseo. “Se generó un vínculo entre la organización y estos sectores, la verdad que muy lindo”, relata Ignacio con orgullo. Allí, en el contacto humano, en el ida y vuelta solidario, surgió una forma nueva de estar juntos.

Pero también fue una apuesta política. Una afirmación frente a un contexto adverso: “Prácticamente fue la única organización de la provincia que brindó una salida, una solución, a los tantos problemas que se vivieron en esa época.” Frente al individualismo que ganaba fuerza en los discursos oficiales y mediáticos, TUCMA respondió con comunidad. Con hechos. Con presencia.

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La etapa de mayor crecimiento de la organización coincidió con la implementación de este programa. No solo crecieron en número —más referentes, más localidades, más voces— sino en profundidad: se compartieron saberes, se multiplicaron experiencias, se fortaleció la identidad colectiva. “Dejó un balance sumamente positivo para la organización, tanto desde el aspecto cuantitativo… como desde el cualitativo”, resume Ignacio.

Quedó sembrado el ejemplo, ese que enseña con el cuerpo, con la acción. “El programa De la huerta a la mesa vino a representar la contracara al discurso de odio y de individualismo que se vive en la actualidad.” En cada verdura cosechada, en cada entrega realizada, en cada lazo tejido, TUCMA mostró lo que significa un proyecto colectivo de verdad. Y a pocos días de su aniversario número once, sigue apostando por ese futuro que se construye entre todos.

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